lunes, 9 de noviembre de 2009

Franco y el muro de Berlín

En marzo de 1976, Alexander Solzhenitsyn visitó España y protagonizó en TVE una entrevista que lo convertiría en blanco de muchas críticas, particularmente entre el antifranquismo prosoviético (que, afortunadamente, ni era todo el antifranquismo ni era toda la izquierda). En aquella entrevista, el novelista y disidente ruso realizó sus ya célebres declaraciones en las que comparaba el franquismo con el régimen soviético:
¿Saben ustedes lo que es una dictadura? (...) Los españoles son absolutamente libres para residir en cualquier parte y de trasladarse a cualquier lugar de España. Nosotros, los soviéticos, no podemos hacerlo en nuestro país. Estamos amarrados a nuestro lugar de residencia por la propiska. Las autoridades deciden si tengo derecho a marcharme a tal o cual población (...)

Los españoles pueden salir libremente de su país para ir al extranjero (...) En nuestro país estamos como encarcelados. Paseando por Madrid y otras ciudades (...) más de una docena, he podido ver en los kioskos los principales periódicos extranjeros. ¡Me pareció increíble! Si en la Unión Soviética se vendiesen libremente periódicos extranjeros se verían inmediatamente docenas y docenas de manos tendidas luchando por procurárselos (...)

También he observado que en España uno puede utilizar libremente las fotocopiadoras (...) Ningún ciudadano de la Unión Soviética podría hacer una cosa así en nuestro país.
En su país (dentro de ciertos límites, es cierto) se toleran las huelgas. En el nuestro, y en los sesenta años de existencia del socialismo, jamás se autorizó una sola huelga. Los que participaron en los movimientos huelguísticos de los primeros años del poder soviético fueron acribillados por ráfagas de ametralladora (...)

Si nosotros gozásemos de la libertad que ustedes disfrutan aquí, nos quedaríamos boquiabiertos.
Más de veinte años después --hoy mismo--, el inefable líder político y gran intelectual español José Luis Rodríguez Zapatero, digno representante de la tendencia patria al Yo Yo Yo, ha realizado su propia comparación. Explica ZP que, cuando cayó el muro de Berlín, él
(...) tenía 29 años y España llevaba desde el año 1975 en un periodo de libertad y de democracia. Nosotros también habíamos tenido una caída reciente del muro, del muro propio, que durante 40 años tuvimos en España (...)

Fue un muro pesado, una losa muy dura para nuestra historia y por tanto sabíamos lo que significaba la libertad, lo teníamos muy vivo en la carne, en nuestra experiencia (...)
Dejando a un lado la ironía, lo cierto es que la frivolidad y el ombliguismo del presidente se vuelven en ocasiones insufribles. Precisamente por muchas de esas diferencias que ya puso de relieve Solzhenitsyn hace más de dos décadas --las mismas que algunos nunca le perdonaron--, la comparación es insostenible. Y si a las declaraciones del represaliado ruso tal vez cabría introducirles algún matiz, en cualquier caso podría alegar a su favor, y comprensiblemente, una experiencia personal terrible. No creo que quepa decir lo mismo de Zapatero, a quien precisamente lo que le tocó de vivir del franquismo, y muy de refilón, fue la etapa más suave: aquella que describía Solzhenitsyn. Basta, en fin, con saber un poco de historia, ser un poco prudente y tener la capacidad de entender que el mundo no gira en torno a uno. Pero me da a mí la impresión de que estos comentarios de Zapatero despertarán bastante menos atención entre la izquierda que aquella entrevista, de la que Juan Benet sacó su ignominiosa conclusión:
Yo creo firmemente que, mientras existan personas como Alexander Solzhenitsyn, los campos de concentración subsistirán y deben subsistir. Tal vez deberían estar un poco mejor guardados, a fin de que personas como Alexander Solzhenitsin no puedan salir de ellos.
Al final, parece que algunas cosas nunca cambian, y que las obsesiones de cada una de nuestras sectas son constantes e inamovibles. Tal vez esto sea en el fondo lo más preocupante (porque los presidentes pasan, pero otras cosas quedan): resulta sintomático del grado de atrincheramiento ideológico de este país el que una búsqueda en Google sobre aquel incidente dé fundamentalmente como resultado el hallazgo de un número considerable de páginas que citan a Pío Moa y se hacen eco de la interpretación según la cual este incidente sirve para retratar a toda la oposición al franquismo. Tan sintomático como el hecho de que, por el otro lado, lo que se encuentren sean comentarios tachando a Solzhenitsyn poco menos que del diablo en persona. Así, tal cual: de lo anecdótico a lo general, de un plumazo y sin mayores matices.

Afortunadamente, y conviene insistir sobre ello aunque sea para consolarnos, no todo el país era (ni es) así, como nos recuerda Jon Juaristi:
Solzhenitsyn, que era él mismo un resistente, no negó que el régimen de Franco fuera una dictadura. Simplemente, lo comparó con el soviético y puso de relieve las diferencias entre el franquismo y el régimen totalitario más largo que los tiempos han visto hasta la fecha. Ya entonces, a muchos que nos teníamos por antifranquistas, la distinción nos pareció razonable y oportuna. No estaba muy claro lo que esperábamos del posfranquismo, pero no queríamos una democracia popular.
País.

8 comentarios:

  1. Muchas gracias por la reseña histórica, a veces viene bien dar un vistazo atrás y ver más allá de nuestras narices.

    En estos días me molesta ver a ciertos dirigentes en la celebración de la caída del muro. Creo que, aparte de la dimensión política, para los alemanes fue más un drama personal, pero eso se ve que no vende.
    Te recomiendo un libro-panfleto de la época:
    "Die Geschwister" de Brigitte Reimann.

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  2. Qué gran servicio a la historia ha hecho Moa. No se levantó entonces en la izquierda antifranquista una sola defensa como es debido de Solzhenitsin: ahí quedó retratada.

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  3. Bueno, a ver. El tono de las declaraciones de Zapatero respecto al Muro es el mismo que el que esta mañana, en las noticias, he escuchado de Gordon Brown, Barak Obama, Angela Merkel y Sarko-Star. Es decir, según parece todos han tenido la misma idea de hablar de sí mismos, el Muro y sus países -algo también de Europa. A Mevdevev, el ruso, no le han puesto subtítulos. Y yo en cirílico no entiendo qué dice.

    Sobre Solzhenitsin, ha pasado el tiempo pero sigo pensando que un intelectual -y él hablaba en calidad de tal- ha de ser consciente del uso que se van a hacer de sus declaraciones a entrevistas. En sus textos, que escriba lo que quiera y que cada cual interprete. Pero en una entrevista periodística, todo el mundo sabe que nadie va a reflexionar sobre ella -ni tan siquiera el periodista. Por eso sirvió más para justificar el régimen franquista que para denunciar la situación en la Unión Soviética.

    Sobre España y su guerracivilismo... El problema es que nos hemos pasado 70 años diciendo que lo que había antes de la Guerra Civil no era democracia, que sigue habiendo vencedores y vencidos -y no vencidos por todos lados, pues creo que asesinar la democracia es asesinarnos a todos- y que aún continuamos vanagloriando a gente como Carrillo y Fraga. Aquí ni Memoria Histórica ni niño muerto.

    Saludos.

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  4. La cuestión a la que indirectamente te refieres es la del literato-intelectual. Benet o Grandes son dos representantes perfectos de la especie en cuestión: para ellos todos los Solzhenitsin - intelectuales-literatos que han traicionado la revolución - debieran ser o bien reinternados en el gulag o fusilados, porque el ideario comunista sigue vigente. No se molestan en ocultar lo que los socialistas de calle (que no son artistas y poetas) aún ocultan (ZP incluido), guiados por el buenismo que Arcadi Espada designa como socialdemócrata. Los ideales, mezclados con la literatura, no se andan con tonterías.

    Solzhenitsin es un escritor que pone los pelos de punta, para bien y para mal (Agosto 1914). Pero lo esencial es que ha cumplido con el papel de un auténtico intelectual que dice la verdad en vez de inventársela. Ha escrito Archipiélago Gulag, que va más allá de la literatura.

    Iba a decir que esto demuestra la superioridad de la derecha sobre la izquierda (que sólo sabe ser fiel a una verdad literaria, ficticia, y que se considera legitimada para matar por ella), pero esto tampoco lo tengo claro, teniendo en cuenta la derecha ultramontana que sufrimos en este país.

    Lucía

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  5. Lamentablemente, ni Solzenitsin dijo la verdad (sobre todo al no aclarar que el gulag terminó mucho antes de la publicación de Archipielago Gulag), ni era nada parecido a un héroe democrático. Teniendo en cuenta que apoyaba una ideología fuertemente mística, ultramontana, patriótica y antidemocrática, lo mas normal -contra la insinuación de Juaristi- es que Solzenitsin simpatizara con el régimen de Franco; al fin y al cabo también lo hacían desde la National Review, como apuntaba ayer Krugman.

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  6. Me siento avergonzado de que Rodriguez Zapatero no se alegre de la caida del muro.

    Un abrazo

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  7. Elia: supongo que es lógico que los dirigentes europeos se centren en la faceta política de aquello, que como acontecimiento histórico es de primera magnitud (o al menos funciona como símbolo de una serie de cambios históricos enormes). Pero entiendo lo que quieres decir de la tragedia personal, y eso se ve muy bien cuando se visita Berlín y se habla con la gente... Tampoco estoy segura de que eso no venda, no sé. Al fin y al cabo, hay toda una línea dentro del cine alemán que se basa en buena medida en eso (ahí están Goodbye Lenin --muy buena-- o una que estoy deseando ver, Sonnenallee). En fin, no sé. A mí me parecen importantes (e interrelacionadas) las dos cosas.

    Anónimo nº1: No sé si es ironía, pero vamos: Pío Moa a los únicos que ha hecho un gran servicio es a sí mismo y a los propagandistas (que no historiadores) de toda laya, que tienen en él, según los casos, a un vocero o a un objetivo fácil.

    Situacionista: sobre Zapatero, yo seguí un poco por encima la retransmisión de los actos y me parece que hay una diferencia fundamental entre hablar de cómo se recibió el cambio en cada país y desviar la atención de ese cambio a otro (ocurrido además más de una década antes) para volver a sacar el mismo discursito de siempre. Y mira que España, habida cuenta de cómo reaccionó en aquel momento, podría decir cosas interesantes del proceso de reunificación alemana y de aquel instante histórico. (Pero claro: nosotros somos una nueva generación de socialistas, por encima del bien y del mal, y nada tenemos que aprender de aquellos vejestorios que, como Felipe González, claudicaron ante los herederos del franquismo...)

    Anónimo nº2: Aquí tampoco sé si es ironía. Si es en serio, no creo que Zapatero haya dicho nada que permita suponer eso (hasta donde yo he leído). Lo demás son juicios de intenciones, y a mí ese me parece un terreno más que pantanoso.



    Sobre Solzhenitsyn, varias cosas:

    Situacionista, entiendo lo que dices, pero no estoy de acuerdo: dijo lo que dijo, y andar preocupándose por qué lecturas va a hacer cada cual de las palabras de uno me parece que no es obligación del intelectual (sí puede que lo sea, en cambio, del político). Estaría bueno. Que se tomara así puede ser comprensible (no lo es, en cambio, la salida de tono de Benet), pero en cualquier caso no me parece que haga menos veraz la comparación. El franquismo era lo que era, evidentemente--pero también es cierto que no era lo que no era. El que todas las dictaduras sean condenables no implica que todas las dictaduras sean iguales, lo que parece una obviedad pero por lo visto no debe serlo tanto.

    Eduardo: me esperaba ese comentario (aunque realmente no sé si de ti), pero los dos sabemos que es un ad hominem. El que Solzhenitsyn no fuera ningún abanderado de la democracia, y el que podamos sospechar (y es muy probable que así fuera) que simpatizaba con el franquismo, no implica que lo que dijo no fuera cierto. Y no creo que Juaristi le dé credenciales democráticas: a mí me parece un poco absurdo que para ser calificado de "resistente" haya que ser demócrata. ¿Por qué? No creo que se pueda negar que fue un resistente (como lo fueron, en su caso, muchos comunistas y anarquistas que sufrieron la represión franquista y aguantaron, sin que eso los convierta en demócratas). Confusión de términos, por cierto, en la que se cae a menudo con esto de la "memoria histórica". (En lo de Archipiélago Gulag no entro porque no tengo una opinión formada sobre el particular y he leído sólo por encima argumentos en varias direcciones.)

    Lucía, a lo tuyo tengo poco que añadir, pero creo que tienes toda la razón en eso de que "los ideales, mezclados con la literatura, no se andan con tonterías". Es uno de los peligros de esas mezclas explosivas. En lo de la superioridad de la derecha sobre la izquierda, yo tampoco lo tengo muy claro, la verdad :-P

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  8. No es que el Gulag no fuera cierto, sino que había acabado mucho antes de que Solzenitsin publicase su libro y nunca se molestó en aclararlo. Lo explica Moshe Lewin en "El siglo soviético": en aquel momento era más facil y rentable "sobreestalinizar" la historia de la Unión Soviétiva que contar realmente la verdad.

    Y claro que era un "resistente", pero en el nombre del ultramontanismo y de la autocracia, lo que no es ningun detalle sin importancia.

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Por favor, sean respetuosos. No griten, chillen, insulten ni tiren de los pelos. Recuerden que el español es más bonito que el lenguaje SMS. No confundan conceptos con premeditación y alevosía. El argumento ad hominem es para quienes no tienen argumentos.

[Nota: Si hace más de un mes de la publicación de esta entrada, tendré que revisar su comentario antes de que apareza publicado. Cosas del spam, qué se le va a hacer.]