En medio de una crisis --perdón: desaceleración-- económica (*). En un momento en que el gobierno y el heroico juez Garzón han tenido a bien darse cuenta de lo que todos los demás ya sabíamos, y ANV ya no es "izquierda abertzale" sino sencillamente ETA. Cuando aquello que el general gallego llamaba "la pertinaz sequía" está lanzando a las diversas autonomías de España --perdón, del Estado Español-- unas a la yugular de otras. Con Ibarretxe aún amenazando con un referéndum ilegal y el gobierno paralizado ante las amenazas y apostando, cómo no, por eso que ellos llaman diálogo. Con la justicia gravemente atascada, el paro creciendo, los precios en aumento, y el nada menor perrito piloto de la financiación autonómica aún pendiente.
En mitad de todas las circunstancias descritas y recién iniciada una legislatura que promete ser difícil, parece ser que el gobierno ya ha decidido cuál va a ser el gran asunto de los próximos años: lo que ellos llaman avance en la laicidad del Estado.
El esquema se repite: tener entretenida a la oposición, que sin lugar a dudas entrará al trapo (en cuanto dejen de pelearse entre sí); situarse --mediáticamente hablando-- frente a lo más retrógrado de una Iglesia católica a la que ya se había amenazado con tomar represalias por "pedir el voto para el PP" (una cuestión de firmes e inapelables principios, como se ve); sacar partido del anticlericalismo emocional que en este país tanto se confunde con el laicismo y que tiene casi tantos adeptos como el sentimiento antiamericano; y aparecer como los grandes defensores de la separación entre Iglesia y Estado.
Claro que para ello habrá que obviar que Zapatero aumentó la financiación que recibe la Iglesia por parte del Estado y, lo que es más grave, que este nuevo avance laico es más que probable que no consista en retirarle privilegios a la Iglesia, sino en hacer concesiones similares a otras confesiones.
Por ejemplo, a las que --y esto ya no está feo, lo malo es lo de los obispos-- piden el voto para "partidos progresistas".
Viva pues el Progreso. O su reinterpretación progre, aunque nada tengan que ver una cosa y otra. Y si no, alguien tendrá que explicar qué definición se le ha acabado dando a la palabra progresista para que una entidad como la Junta Islámica la haga suya.
Que empiece el espectáculo. Y en cuanto a los verdaderos problemas, que inventen ellos, ¿no? Aquí, a lo nuestro, que es hacer la Revolución.
(*) - La imagen del primer enlace, vía La Buena Prensa
sábado, 10 de mayo de 2008
4 comentarios:
Por favor, sean respetuosos. No griten, chillen, insulten ni tiren de los pelos. Recuerden que el español es más bonito que el lenguaje SMS. No confundan conceptos con premeditación y alevosía. El argumento ad hominem es para quienes no tienen argumentos.
[Nota: Si hace más de un mes de la publicación de esta entrada, tendré que revisar su comentario antes de que apareza publicado. Cosas del spam, qué se le va a hacer.]
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Ahí, ahí. El avance del laicismo significa, para la izquierda española, proteger otras "sensibilidades" religiosas y políticas (islamismo o nacionalismo, qué más da). Todavía me sorprende encontrarme con personas, por lo demás inteligentes, cultas y entregadas a la causa de la felicidad social, que odian todo lo que tiene que ver con la Iglesia (y, por supuesto, con el nacionalcatolicismo típicamente español) y que, sin embargo, admiten sin el menor sonrojo las bondades y las bellezas de otras religiones, normalmente la islámica o la budista (el judaísmo tampoco cuenta con demasiados adeptos en este país, porque los judíos masacran a los palestinos por puro resentimiento).
ResponderEliminarTodo esto favorece, sin duda, el victimismo de los nacionalcatólicos, que siguen peleándose por su cuenta con el tema de la "sensibilidad"; claro está, si son la religión verdadera. (He tenido encontronazos de estos en los últimos días, en clase de filosofía además).
Este país es un adorador religioso de sí mismo.
Oiga, Señá Irene, usted que es historiadora en ciernes: le propongo tesina, tesis o curro de fin de curso para lucir nota además de palmito. Si las ideas que tengo forjadas en la mente de lecturas propias de un mundo anterior a la digitalización (y, que por tanto, ya no sabe uno dónde buscar ni enlazar, son eso del acervo o la cultura que queda deformada o no) lo de Estado Español lo inventó Franco. Que lo ponía en las cartillas de racionamiento y documentos similares. Y si no fue Franco, sería uno de los que hacían el trabajo, pues el general trabajaba poco, él mandaba en el cuartel y se las apañó para que no le echaran haciendo que fueran los otros los que se pelearan. No me diga que no tiene mérito. Pues ahí tiene, origen, razón, uso y abuso del término Estado Español. Cum Laude. Seguro.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo contigo. Lo malo es que la derecha ciega entrará en el trapo y ZP se morirá de risa. Creo que los inventores de conspiraciones masónicas, además de alimentar una mentira para vender libros, olvidan que lo que quiere ZP es ampliar la influencia del Estado en todo. Y si para ello tiene que gastarse unos millones subvencionando a todas las religiones del mundo, lo hará, y si de paso consigue que los católicos moderados se pasen al nacional-catolicismo, tanto mejor para él.
ResponderEliminarComo madrileña, creo que es necesaria una revisión de los acuerdos con la Iglesia.
ResponderEliminarPor desgracia, no estoy segura en absoluto de que eso sea lo que se vaya a hacer.
Como modelo, me gusta el alemán donde en la declaración de la renta se puede decir de qué religión se es y por tanto destinar a ella el porcentaje correspondiente, lo que provoca que muchos creyentes no practicantes no dén ni un duro a ninguna religión.
Cuando estemos en ese punto, dejará de hacer falta hablar de aumentar el laicismo, pero por ahora, espero que este "entretenimiento" sirva para que quiten por fin los crucifijos del colegio público donde estudié, hace ya 10 años.