domingo, 25 de mayo de 2008

El referente europeo (II): La "vocación europea" del Régimen

Edit: Este artículo y el precedente, también en la Tribuna de Lorem-Ipsum.

Es obvio que el Franquismo nunca fue europeísta. De hecho, el propio Franco describió el alzamiento como una cruzada destinada a proteger los valores católicos de la patria frente a las doctrinas "bastardas, afrancesadas y europeizantes" del liberalismo. Junto con rojos y separatistas, los liberales europeizantes habrían de ser para el régimen franquista durante sus cuarenta años de existencia la amenaza fundamental a la que se enfrentaba España. Sin embargo, tampoco cabe considerar que Franco fuera antieuropeo; a su manera, el Generalísimo afirmaba que estaba luchando por los valores de la auténtica Europa, la que tenía su base en la civilización cristiana y se veía amenazada por las fuerzas oscuras del liberalismo y el comunismo. España era la depositaria de la misión de defender la civilización y el cristianismo en Europa frente a las amenazas que se cernían sobre ella. Por otra parte, pese a la neutralidad –o no-beligerancia– del régimen en la Segunda Guerra Mundial, lo cierto es que el dictador nunca ocultó su gusto por el "orden europeo" preconizado por Hitler; la alianza con los poderes del Eje habría de llevar a España a recuperar su esplendor imperial y el prestigio perdido.

El desenlace de la contienda mundial frustró estas ambiciones, sumiendo a España en una etapa de ostracismo internacional de la que sólo lograría salir plenamente una vez superada la dictadura. Sin embargo, el acercamiento de Estados Unidos a España a partir de la década de los cincuenta, motivado por las necesidades estratégicas de la Guerra Fría, llevaría al régimen a reconstruir su identidad, emergiendo ahora como "centinela de Occidente" frente a la amenaza soviética. Pero la legitimación que supuso el hecho de que los Estados Unidos se convirtieran en valedores de España en foros internacionales no encontró paralelos en el ámbito europeo, en el que nunca se lograría la adhesión plena a la Comunidad Económica Europea, pese a los intentos de la diplomacia franquista.

En efecto, el Franquismo había eclipsado las prometedoras posibilidades que llevaba implícito el concepto de europeización, al pretender desterrar por completo la raíz liberal del pensamiento español y al paralizar en gran medida un cierto proyecto de modernización que se vislumbraba en la España de los años treinta. No obstante, también es cierto que la actitud del régimen ante Europa experimentaría un viraje al ritmo de ese proceso de integración que arranca de la posguerra y llega a nuestros días. Los primeros pasos de la unificación fueron sin duda acogidos con una negligencia casi total, mezcla de una escasa atención a las conferencias que iniciaron el movimiento y de un cierto grado de resentimiento por haber sido relegados del mismo.

Sin embargo, este desprecio oficial reflejado en declaraciones y en la prensa del Régimen chocará de manera cada vez más clara con la preocupación creciente de las familias del franquismo por el proceso y con el interés que progresivamente irán mostrando por encontrar una fórmula que permitiese la participación de España en el mismo. La llegada al gobierno de los católicos pareció en este sentido una baza inicial, debido a los contactos de personalidades como Martín Artajo y Ruiz Giménez con la democracia cristiana europea. Ya desde la posguerra, pues, se cultivará, pese a la intención de aparecer como indiferentes, un discurso tendente a enfatizar la necesidad de Europa de contar con España como parte integrante del continente, preocupada siempre por la conservación y protección de sus tradiciones más esenciales. Los católicos fueron los responsables de la creación en 1952 de la única asociación europeísta española que habría de mantenerse fiel a los preceptos del Régimen durante toda su existencia: el Centro Europeo de Documentación e Información. El CEDI, aunque teóricamente independiente, contó en su financiación con apoyo del Ministerio de Asuntos Exteriores y tendría entre sus miembros a personajes de la elite franquista y a conocidos católicos. Aunque se mostró útil a la hora de mantener contactos con los medios europeos más conservadores, se dedicó siempre fundamentalmente al proyecto fracasado de construir una alternativa a la unificación europea en clave democrática, con idea de que el régimen político imperante en España no supusiera un obstáculo para su participación en el proyecto de integración.

Será Martín Artajo, quien recurrió frecuentemente a la CEDI como herramienta diplomática, el responsable de los primeros pasos de la orientación europea del Régimen, pero lo cierto es que esta obedecería fundamentalmente a criterios económicos, pretendiendo relegar a un segundo plano las consideraciones políticas. Lo más "político" que se haría en dirección a Europa sería utilizar las relaciones culturales como una especie de diplomacia paralela en la que se mezclaban acción cultural y propaganda del Régimen. En este ámbito se observa una actitud algo más europeísta, creándose una sección de Política Cultural Europea en la Dirección General de Relaciones Culturales. Pero aquí como en el resto de campos, España siguió marginada de los foros de la construcción europea.

En realidad, el obstáculo fundamental que se oponía al éxito de la diplomacia del Régimen en el terreno de la unificación europea no fue sino el propio Régimen. La España de Franco iniciaría un intento de acercamiento a Europa desde finales de los cincuenta que hay que entender como un proceso paralelo a la apertura económica que supuso el Plan de Estabilización e intrínsecamente ligado al hecho de que en 1957 se creaba la Comunidad Económica Europea, que para el Régimen presentaba un gran interés por motivos fundamentalmente económicos. Los tecnócratas que introdujeron a España en la economía de mercado consideraron crucial no quedarse fuera de la construcción europea, dividiéndose desde estos momentos el propio gobierno entre europeístas y escépticos. Sin embargo, este europeísmo económico encarnado en Ullastres, Navarro Rubio y Castiella no habría de obtener grandes logros; su iniciativa más importante fue la de solicitar en 1962 la apertura de negociaciones con la CEE con vistas a una asociación económica sin implicaciones de cambio político.

En última instancia, la persistencia de la actitud de europeísmo puramente económico no sólo resultaría en problemas en las relaciones con Europa, sino que motivaría disidencias entre las propias elites franquistas y entre sus bases sociales de apoyo. Así, la firma en 1970 de un tratado preferencial entre la CEE y España supuso desde la perspectiva oficialista un éxito de la diplomacia franquista, pero habría de provocar la agudización de las tensiones internas con quienes eran conscientes de que la integración plena en Europa pasaba por la introducción de cambios políticos. Al final, el fracaso del Régimen en su política europea debido a su propio carácter habría de motivar la reflexión de muchos en torno a la conveniencia o no de seguir apoyando un sistema político que se había convertido en un lastre. La oportunista e incompleta "vocación europea" del Franquismo terminaría, pues, por volverse en su contra.

3 comentarios:

  1. Saludos

    Quería darte la enhorabuena por este y el anterior artículos, los dos me han gustado mucho y así de paso animarte a que escribas más artículos de este tipo :), que a veces que no comente nadie parece que a la gente no le interesa y no es verdad.

    Me gustaría que me dieras, ya que estás (por aquí o en mi blog), tu opinión sobre este artículo que escribí sobre las relaciones iglesia estado y mas concretamente del papel de la iglesia como factor de salida del aislamiento o en general sobre si te parce correcto la base histórica del razonamiento (la parte "normativa" podemos discutirla pero tu opinión de autoridad no me vale igual que para el resto ;)). http://www.lorem-ipsum.es/blogs/laleydelagravedad/?p=11#comments

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  2. Muchas gracias por el comentario :-)

    Respecto a tu petición, no pienses que paso de ti. Creo que mi criterio no tiene la validez que tú le estás dando, pero en cualquier caso me pasaré, de verdad... Sólo te pediré un poco de paciencia, que estoy de exámenes (intuyo que lo entenderás, como compañero generacional).

    Un saludo ;-)

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