viernes, 2 de noviembre de 2007

Democracia y democrátas

A los españoles se nos llena la boca de democracia, pero últimamente me pregunto cómo es posible que exista tal cosa en un país en el que prácticamente no hay demócratas. Peco de exageración, lo sé, pero aun así he de confesar que la realidad no deja por ello de ser desalentadora y en ocasiones desconcertante. Nuestra clase política es el principal escaparate de esto que describo, y quizá un día como el del miércoles pueda servir de paradigma, con un partido en la oposición que se desmarca sin desmarcarse de la conspiranoia que según dicen ahora nunca han apoyado; un presidente del gobierno que programa para un día con noticia-bomba ya prevista su comparecencia ante el congreso por los socavones de Barcelona; una ministra de fomento incapaz de fomentar nada que no sea el desastre y que sin embargo se niega a dimitir y se pasea por Sevilla por las mismas fechas aproximadas en que descarrila el maravillosamente inútil tranvía de millones de euros que nos ha puesto nuestro alcalde (si no se podía inaugurar el metro habría que inaugurar alguna otra cosa, entiéndanlo).
Pero decía Ortega algo así como que el problema de España no es político, o no lo es únicamente; venía a decir, aunque más elegantemente y con mayor profundidad, algo parecido a aquello de que tenemos lo que nos merecemos. Los políticos serían si acaso un espejo: el problema es el país. Aunque me alejo lo que puedo de la tentación fatalista de creer en un mal específicamente español o de reivindicar el ibérico "Spain is different", lo cierto es que a veces entran dudas: la calle es un lugar terrible. Resulta que asiste una a un ciclo de conferencias sobre Cuba y esta vez (pero no todas: aún recuerdo a Raúl Rivero) tiene suerte y todo se desarrolla con absoluta normalidad --y puede disfrutar, dicho sea de paso, de interesantísimas reflexiones--, pero en cuanto se abre la mano al diálogo con una mesa redonda empiezan los saltos a la yugular y un comportamiento ligeramente menos cívico y razonable de lo que gustaría en ámbitos académicos. No es que ocurriese nada especialmente grave, pero la Universidad, algunos deberían recordarlo, no es un patio de vecinos. A la salida alguien me comentaba que si ciertamente tenemos una derecha pedestre, no cabía duda de que acabábamos de ver en acción a esa izquierda "asilvestrada" tan nuestra. Y una termina suspirando y sale de allí pensando que está hasta las narices de progres.
Pero regresa a la calle y se topa con un grupo de pequeñuelos imberbes de quince añitos que a las once de la noche y sin mediar provocación alguna deciden de pronto dedicarse a la noble y productiva actividad de agredir verbalmente, insultar a voces y proferir a gritos que quien aquí escribe es una progre (literal). Por la sencilla razón de que... iba en bici. [Como leen. A la velocidad aproximada de un caracol. Sin pedir siquiera el paso a nadie, porque --consciente de que no iba por un carril bici, inexistente en ese lugar en particular-- resultaba preferible y más educado limitarse a ir a la misma velocidad de la gente que por allí caminaba. Para no molestar.]
Llevaba bici, así que soy una progre. O iba a unas conferencias sobre el futuro de Cuba, así que lo mismo soy agente de la CIA (¡¿qué es eso de pensar que Cuba tiene futuro?! A quién se le ocurre).
Llegué a casa y encendí la radio: se hablaba de las grandes noticias del día y, como de costumbre, cada cual lanzaba sus platos contra la cabeza del adversario. Tuve un momento de desconsuelo: tal vez los políticos no estén tan alejados de la realidad como tiendo a pensar.

4 comentarios:

  1. Fue muy realmente muy irónico lo de los niños, después de haber estado, hacía dos o tres horas, despotricando contra los castristas de la mesa redonda.
    Sabes lo que yo pensé? "Vale, no quiero ser progre, pero, por favor Mer, no te olvides de que tampoco quieres ser ESO". Probablemente los niñatos esos tendrán un golf o un Audi A4 de aquí a dos años e irán por ahí criticando el carril bici y a los que lo utilizan.
    Esta ciudad es una mierda, cuando no son los canis, son los perroflautas, y cuando no... los niñatos pijos!

    Sobre lo de la democracia, no sé, yo creo que aquí en general se acepta el sistema político, pero como seres humanos, despotricamos contra todo aunque sepamos que se hace por beneficio de otros. Anda que no estamos hartos de escuchar "que me parece muy bien que quieran ir en bici, pero a mí me quitan aparcamiento". Yo, yo, a mí. (ya lo decía Chari :P). Con planteamientos tan egoístas (llevamos cinco años masticándolos todas las mañanas en el bus gracias a las obras del metro-tranvía-carril bici-peatonalización del centro), no sé qué otra cosa esperar.

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  2. Bueno, si tenemos lo que nos merecemos es porque somos demócratas, jaja. Lo que está claro es que la democracia por sí sola no eleva la virtud de la ciudadanía, algo en lo que creían sus primeros defensores. Resulta que para ser demócrata hay que poner y ponerse constantemente en cuestión, hay que ejercer la crítica racional, hay que querer entrar en el espacio público y no limitarse a despotricar. Y aunque el autobús sea a veces un útil sustituto, o la pescadería, nada nos ofrece un mejor ejemplo del estado del debate político público que ese debate que mencionas en la universidad. Porque la universidad sí debería encargarse de elevar la virtud de los ciudadanos, ay (y no sé si por esto me darán algún coscorrón).

    Cada vez que me nombran a Ortega me sale un sarpullido ;).

    Te mando un abrazo.

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  4. Irene, mi ánimo, mi consuelo y mi apoyo. Esto de que a uno le llamen progre o fascista está de lo más devaluado. Es lo que tiene realizar un planteamiento racional de las cosas.

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Por favor, sean respetuosos. No griten, chillen, insulten ni tiren de los pelos. Recuerden que el español es más bonito que el lenguaje SMS. No confundan conceptos con premeditación y alevosía. El argumento ad hominem es para quienes no tienen argumentos.

[Nota: Si hace más de un mes de la publicación de esta entrada, tendré que revisar su comentario antes de que apareza publicado. Cosas del spam, qué se le va a hacer.]