Se interrumpe la programación prevista para anunciarles a ustedes, queridos lectores, que las fuerzas políticas andaluzas acaban de descubrir las claves para solucionar el problema de la educación en esta tierra nuestra. En efecto, el primer debate electoral para las elecciones de marzo, con el que la segunda emisora de Andalucía está contribuyendo en estos precisos instantes a aumentar la perplejidad general de quienes tienen alguna noción de cómo marcha la enseñanza, acaba de cerrar ahora mismo el tratamiento de este asunto para abordar el de la Sanidad. La Coalición Andalucista, Izquierda Unida, el Partido Popular y el gubernamental Partido Socialista Obrero Español tienen en este debate representación en igualdad de condiciones (es decir, de tiempo), lo cual permite escuchar los argumentos de todos ellos. Que son de lo más curiosos.
Todos los partidos de la oposición se han lanzado a enumerar los ciertamente vergonzosos y vergonzantes datos estadísticos, que como ustedes sabrán colocan a Andalucía sistemáticamente a la cola de España no sólo en resultados educativos, sino también en inversión y en condiciones. Y estar a la cola de España, desde luego, ya es grave. Los datos son cualquier cosa menos halagüeños. Y a continuación, todos insisten, con unos matices u otros, en aumentar el gasto destinado a la educación. Todos, sin excepción, hacen de ese el principal remedio.
Se entiende, claro. Es importante.
A continuación toma la palabra la representante del gobierno autonómico, y tras minimizar la gravedad de la situación nos cuenta que no hay de qué preocuparse. Se preguntarán ustedes por qué. Ah, queridos espectadores, es bien sencillo: la educación se ha recogido como algo primordial en el estatuto aprobado en el transcurso de esta legislatura. Sí, sí, el mismo estatuto que el PP al principio no quiso apoyar. ¡¿Cómo osan decir que no estamos haciendo nada?! Ahí está, ahí está esa magna obra legislativa.
El espectador, entonces, suspira aliviado. Lo pone ahí, está en el texto, la educación es importante. Menos mal.
Y la portavoz socialista sigue ilustrándonos, esta vez acerca de quiénes tienen la culpa de los --escasos, claro-- defectos que aún presenta la enseñanza en Andalucía. Estoy segura de que ustedes lo imaginarán, claro. Los culpables de todo, desde que el mundo es mundo. Hay dos, son clarísimos, están en todas partes y además, en el fondo, son lo mismo. Se admiten apuestas.
Bingo.
Los cuarenta años de dictadura.
Y su sucesor, José María Aznar. Que no quiso pagarle a Andalucía la deuda histórica.
[Y claro, en veintiséis años qué querrán ustedes. Se hace lo que se puede, dadas las terribles condiciones: al fin y al cabo, con la dictadura tan reciente, y encima teniendo en cuenta que casi una tercera parte de los años que el PSOE ha estado en el poder en Andalucía ha tenido que enfrentarse al temible boicot procedente de la derechona asentada en Madrid, demasiado tenemos. ¿Qué? ¿Las tres legislaturas de Felipe González y la presente de Rodríguez Zapatero? Bueno, esos periodos son los responsables de las cosas buenas que hay. Que son muchas, eh. Muchas.]
Y poco más a partir de esa primera ronda de intervenciones. Vuelta a lo mismo por parte de todos, algún que otro matiz, y la moderadora da paso a otro tema.
Fundido en negro.
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El espectador se queda mirando cual disminuido psíquico la pantalla hasta que, con gran dificultad inicial, los engranajes de su atolondrada mente se ponen en movimiento.
¿Aumentar el gasto en educación? Pero... Pero si la portavoz socialista ha dicho la verdad: eso ya se está haciendo. Concretamente, se está destinando una parte del presupuesto a la disminución del fracaso escolar. Por un método, además, que no falla.
El espectador se muestra tal vez escéptico. No, no. Disipe usted sus dudas.
Verá, es que no puede fallar.
En efecto, quienes ocupan el poder en la Junta de Andalucía ya se habían dado cuenta, mucho antes que todos los grupos de la oposición, de que la solución mágica era el aumento del gasto. El gasto en aprobados, que ahora se compran. Pero ojo, que esto es inversión pública y debe ser de esa que llaman política social, porque los padres no tienen que invertir, nada de rascarse el bolsillo, ahora que el IPC se ha desbocado, para comprarle un cinco jotas al profesor. La socialdemocracia jamás permitiría eso: antes al contrario,
la Junta los comprará por nosotros. Para los querubines de todas las familias andaluzas. Aprobados más allá de las fronteras sociales y económicas, de forma transversal, impulsando hacia el éxito a este magno pueblo.
Nadie ha mencionado esto. Ni uno. ¿No les parece sintomático?
[*
...lo que fuimos antiguamente, siervos de terratenientes y de chulos a caballo... Ya lo dice el himno. Que diga, la chirigota.]