domingo, 18 de noviembre de 2007

De política, ensoñaciones y elegancia

El libro es de 1970. A quien analiza Revel en estos párrafos es a la izquierda francesa. La traducción es mía (y por tanto mala) y apresurada (y por tanto peor). Pese a todo ello, cuarenta años después y unos paralelos más al sur, lo que dice sigue dando bastante que pensar.
Resulta sorprendente que la mayoría de los comentaristas de izquierdas no parezcan hacer distinción entre las soluciones que tienen alguna posibilidad de materializarse y aquellas que no tienen ninguna [...] Todo ciudadano [es] sin duda libre de lamentarse de que las posibilidades politicas se [limiten a una determinada] elección [entre dos opciones], pero no de imaginar que pueda haber otra en ese preciso instante [...] En cuanto a la abstención, no puede de ninguna manera pasar por neutralidad, porque en materia electoral es patente que la abstención no es nunca neutra y que beneficia siempre a un candidato u otro [...] La política consiste en reaccionar ante una situación real y no en establecer paralelismos, en plano de igualdad, entre las soluciones realizables y los deseos irrealizables. Si nos dan a elegir entre pasta y patatas, puntualizando que no hay nada más en la carta, no es cuestión de decir que preferimos el caviar. La disyuntiva planteada es entre pasta y patatas, y no otra. Se puede soñar con coyunturas en las que los alimentos ofrecidos fueran más agradables, pero ese sueño no equivale a una acción que se corresponda con la realidad dada. Actuar es decidirse en función de la realidad y no en función de posibilidades que se hallan fuera de la misma. Sin duda esta realidad es a veces mediocre, pero en el momento dado es precisamente a esta mediocridad a la que hay que saber hacer frente. Uno puede proponerse propiciar para el futuro una alternativa distinta, es decir, esforzarse en transformar la alternativa que uno preferiría en una posibilidad concreta de elección. Pero lo que puede valer como proyecto de acción para el futuro no exime de una elección efectiva ante la realidad presente. Si uno se sitúa en ese sistema de apreciación, en el que existen dos hipótesis que pueden --ambas-- ser verificadas, y si deja de una vez de compararlas con otras hipótesis que no tienen de manera inmediata esa posibilidad, se ve constreñido a evaluar las ventajas e inconvenientes respectivos de las diversas soluciones concretas en el contexto de los hechos. Porque en política no es decisión alguna el decidirse en función o en favor de aquello que no presenta ninguna posibilidad de suceder. En otras palabras: una solución política realizable ofrece siempre inconvenientes. Si se la descarta bajo este pretexto, no nos quedaremos nunca con solución alguna.
Cuando se examinan los diversos móviles que dictan las preferencias de la izquierda francesa, se percibe que muchos en su seno se deciden menos en función de lo que puede hacerse que en función de lo que resulta de buen tono pensar. Dicho de otra forma: la izquierda no se decide en términos de poder, sino más bien en términos de elegancia programática. La cualidad esencial de un objetivo no es para ella el de ser accesible, sino el de ser digno de estima y el de ser tal que aquel que desea alcanzar dicho objetivo merezca ser estimado. Quien hubiese propuesto la abolición de la esclavitud en el año 200 antes de Cristo habría sido sin duda alguien digno de estima, pero no habría sido un político. Ciertamente, hacía falta gente que condenase en el plano moral la esclavitud, aunque no tuviese en aquel momento ninguna posibilidad de ser abolida, para que pudiese llegar a serlo algún día en un futuro lejano. Pero si esa misma gente, en una consulta electoral o en cualquier otra coyuntura política decisiva, se hubiera negado a elegir entre un déspota o un demócrata pretextando que tanto el uno como el otro serían representantes de una sociedad esclavista, seguramente habrían contribuido más a retrasar que a acercar la eventual liberación final de los esclavos. La política no puede ser el arte del futuro si no sabe ser antes el del presente.
Siguen despertando desdén y recelos entre los bienpensantes el pragmatismo y la conciencia de los límites que impone la realidad. No pocos consideran que son patrimonio exclusivo de la gente de derechas. Creo --no soy la única-- que cabría reivindicar todo lo contrario: si un método no maximalista es más susceptible de obtener resultados, aunque sean parciales, que la aspiración a volver el mundo cabeza abajo de un día para otro (que ya sabemos en la mayoría de los casos dónde suele quedar), ¿cuál de las dos actitudes es realmente más progresista? Decía alguien en la radio el otro día que la política no consiste en tener excelentes ideas, sino en hacer que las buenas ideas den resultados aceptables.
Quizá a esto se refería Zapatero cuando dijo que el poder no le cambiaría. Creo que lo dijo en serio, y mucho me temo que no mintió. El poder puede corromper y pudrir hasta los huesos, pero también tiene --o debería tener-- otro efecto: el de sentar al soñador frente al mundo real, cara a cara, y obligarle a aceptar los límites --de la realidad-- y las limitaciones --propias-- a la hora de cambiarla. Creo que a nuestro presidente el poder no lo ha corrompido, pero me temo que tampoco le ha enseñado nada. Sigue instalado en la pureza. Creyendo que todo se puede decir con una sonrisa, y que basta con tener como objetivo la Arcadia feliz para encaminar al país hacia la misma.
No es sólo que las buenas intenciones estén sobrevaloradas. Es que además a los resultados tranquilos y a los avances paulatinos les ocurre lo contrario. Aun así, prefiero quedarme --en palabras prestadas-- con la modestia de la esperanza frente a la grandilocuencia de la utopía.

14 comentarios:

  1. El poder, el poder... quizás antes deberíamos empezar por la definición de la política. Así podríamos entender a qué se supone que deben dedicarse los gobernantes. Señores (que me disculpen las señoras pero el masculino lo pongo por la aplastante mayoría de hombres que lo ejercen en detrimento de las pocas mujeres que ha podido llegar, aunque el número aumenta) que se encuentran en una difícil disyuntiva que siempre resuelven a su favor: ante cualquier problema, ¿ellos son los que encontrarán una mejor solución o puede que exista una persona en el planeta que pueda hacerlo igual o mejor? Sin duda son ellos los elegidos y los que mejor solución tendrán para cualquier problema, y ahí está una de las raíces del problema. La primera piedra para el inmovilismo y la construcción del mito del poder. No es el poder el que te cambia, eres tú el que te cambia.

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  2. Cuando era pequeña le preguntaba a mi padre qué era la política, y él siempre contestaba: "es decidir si gastas más dinero en colegios, en puentes o en hospitales, o si no gastas nada en absoluto." Y yo siempre le contestaba que, entonces, el que hiciera que hubiera tanto hospitales, como puentes, como colegios, sería un buen político y los otros, malos.

    El otro día se lo recordé a mi padre, creo que fue hablando de Zapatero, y él me dijo: "la cuestión es que a veces sólo hay dinero para una cosa y entonces no vale de nada pensar que debería haber dinero para las tres, sino saber escoger cuál es la más necesaria en ese momento. Y esa elección no tiene ideología ni partido, solamente debe atender a una necesidad concreta."

    Es una anécdota tonta pero me ha venido a la mente al leer lo de la pasta, las patatas y el caviar.

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  3. booMer, no es una anécdota tonta, y tu padre es un genio (o un hombre con sentido común, que siendo cada vez más el menos común de los sentidos empieza a rozar la genialidad). [Intuyo que ya sabías que te respondería algo así, ejem.]

    Ottinger, creo que lo que planteas tiene interés en más de un sentido. Para empezar, porque me ha recordado que se me olvidó decir en la entrada que lo que menos necesita este país ahora mismo son iluminados arréglalo-todo como Zapatero (es una opinión, claro). Y también me hace pensar en esa máxima del político realmente bueno (válida para cualquier oficio, por otra parte) que consiste en saber rodearse de gente mejor que uno, cosa que pocos hacen. Ciertamente, a Zapatero le hubiera costado encontrar a gente por debajo de su nivel de experiencia y de intelecto (lean, lean ustedes fragmentos de Madera de Zapatero), pero en cualquier caso --aun siendo tan fácil-- tampoco tiene un equipo que destaque por encima de su líder. Triste, pero cierto. (Con ilustres excepciones, por supuesto: ahí está Solbes).

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  4. Irene, sin duda. Pero estamos en elecciones y me temo que en esa dinámica están todos.

    Lo de los equipos es cierto. Para goberar o te rodeas de unos buenos perros de presa que controlen a un montón de expertos que te hagan la mayoría del trabajo, o simplemente es imposible. No hay Dios que pueda tomar miles de decisiones al día, por mucho que sea Presidente del Gobierno, con o sin Z.

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  6. ¿Recordáis aquello de que "cuanto más conozco a la gente, más quiero a mi perro"? En realidad es posible sentir eso porque los perros tienen una fidelidad y un cariño poco comunes entre la gente. Pero yo lo tomaba sólo como modelo para un "cuanto más practico el diálogo menos creo que se pueda llegar con él a soluciones". Lo malo es que sin diálogo no se llega a soluciones nunca o casi nunca. Así que sólo nos queda el diálogo, por malo que sea.

    Y es que nos atascamos con excesiva facilidad en las palabras y la palabrería. Por ejemplo, el pragmatismo se suele identificar con la falta de principios o de objetivos claros, con el puro maniobrerismo y la ética de plastilina, mientras que la utopía parece el reino de los que ponen la ética por encima de cualquier conveniencia o pasteleo.

    Sin embargo, es fácil ver que la política busca efectos reales, no quedar bien. Creo que se debe buscar como resolver problemas y no cómo teorizar sin fin. Podemos y debemos tener una idea clara de lo que buscamos y suficientemente clara de cómo conseguirlo o intentarlo, pero no aislarnos de los resultados, de cómo el camino nos va diciendo si nos acercamos o nos alejamos.

    En muchas ocasiones es necesario separarse de lo aparentemente sencillo o directo para ir a través de atajos difíciles, de manera que por un tiempo no sabemos cuál va a ser el resultado de nuestra apuesta a pesar de que estemos convencidos de que conocemos ese resultado y de que va a ser bueno. Lo necesario es diferenciar la prudencia de la pasividad o la valentía del aventurerismo. Pero nadie dijo que vivir fuera fácil y que no conllevara apuestas, riesgos y fracasos junto a éxitos.

    Un saludo.

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  7. ¿Aquéllo tan viejo de la política como el arte de lo posible? Curiosamente, por eso decepciona tanto y es tan mezquina.

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  8. Cierto.
    Pero también por eso da a veces (no muchas, ya lo sé) resultado.

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  9. Las propuestas políticas de algunos políticos (no necesariamente izquierdistas) me recuerdan a un antiguo chiste sobre economistas. Se trata de un abogado, un mecánico y un economista que están en una isla perdida, y discuten sobre cómo salir de allí. El mecánico propone hacer una embarcación con la madera de los árboles; el abogado cree que, ante todo, debe definirse qué entendemos por "estar perdidos" y qué por "embarcación"; y el economista, sin empacho alguno, dice: "bueno, imaginemos que tenemos una lancha".

    Los políticos deberían parecerse más al mecánico que al economista.

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  10. Hey! GRacias por el enlace. Normalmente uno aprovecha para autopublicitarse cuando cita a otro y avisa, que he tenido que llegar a tu blog por Berlin smith.

    Hablas francés? Tengo manía a revel, aunque admito qeu son prejuicios porque no he leído nada serio suyo. El problema es que en Francia los que dicen ser liberales suelen serlo a lo reagan y eso es un problema (Madelin, por ejemplo). A mi la verdad es que me produce mas convicción gente como DSK o Rocard (dios mío, lo has visto hablar?).

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  11. no me sorprende que Revel no le ponga, pero ya sabe mi maldición, le gustará con la edad.

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  12. Le falta a usted sentido histórico, don berlin. Sin URSS ni curas no hay revel que valga.

    A toda la gente de su generación les cuesta mucho darse cuenta de que el bautismo político de la mía fueron las manifestaciones contra la guerra de Irak y el 11s, y no el give peace a chance, amnistía y libertad o el OTAN no, bases fuera. El liberalismo clásico es una ideología arcaica y por lo tanto anti-histórica.

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  13. ¿Y quién le ha hablado del liberalismo clásico? Eso de que es algo "antihistórico" tiene un perfume marxista (vaya, materialista histórico) que no se tiene.

    Mientras el mundo huye del colectivismo y se demuestran los crímenes de los salvadores de la humanidad, ¿usted a qué se apunta? Pues a la democracia americana y a la libertad de mercado: lo tiene escrito. Vaya con la antigüedad del liberalismo. Pero como buen intelectual europeo a la francesa sigue buscando excusas para no aceptar que la tradición intelectual e ideológica de la izquierda es una estafa solemne. Que cada vez que dan un paso en arreglar la cosa izquierdista (socialismo con rostro humano, socialdemocracia, new labour, terceras vías...), le dan la razón a Smith, Stuart Mill, Popper y Revel.

    Les encanta poner peros a la realidad y se dicen a sí mismos con mirada luminosa ¡soy de izquierdas! porque no puede ser, oh maldición, que la tristeza (o pragmatismo) que entraña descubrir que los hombres estamos solos en el mundo y que lo más que hacemos es convivir con nuestra ignorancia y la incertidumbre, nos estropee la posibilidad de la igualdad. Es duro admitir que cada hombre tiene que buscar su propio destino y que no parece haber invento mejor que permitir que cada cuál busque la felicidad como pueda.

    Diríamos que, como el cristianismo y el resto de religiones, la izquierda vive de la certeza de la muerte y el paraíso como promesa: llegará ese día de la sociedad sin clases, llegará la unidad de los hombres. No en vano ¿qué otra cosa es el socialismo que cristianismo secularizado? Simplemente, es demasiado duro asumir que la izquierda no es más que fe en el más allá. La vida es así de dura, hermano: Revel escribía mucho de esto y bien.

    Se vuelve a confundir en su juventud tan tierna: yo no tengo nada que ver con el OTAN no, bases fuera, esencialmente porque estaba a favor. Lo triste es que me presenta las "espontáneas" manifestaciones de la guerra de irak como si fuera algo heroico siendo más bien un episodio de una inconsistencia ideológica y de un flower-power redivivo y ridículo que apesta tirando a mal, eso por no hablar de los pacíficos asaltos a sedes de los partidos rivales: un pedazo de conciencia política.

    (A ver si se creen que están inventando algo nuevo, que seguro que se está comprando la ropa que le venden como moderna y que nosotros llevábamos para ir al colegio).

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  14. Veo qeu no ha leído el libro que le regalé, a ver si va a resultar que Ortega es marxista... De tanto pasar tiempo en redliberal le ha dado por eso de "ellos y nosotros" y lo de ver la paja en el ojo ajeno. Recuerde lo de Oscar wilde; la diferencia entre la civilización y la barbarie, es el matiz.

    Yo no le presento nada como heroíco, solo intento explicarle que cada momento histórico tiene una serie de debates y de contradicciones. Y en su época era aquéllo de la OTAN y usted estaría a favor, pero lo que no entiende es que yo no estoy ni a favor ni en contra: es un debate que me deja relativamente indiferente porque nunca he tenido que elegir entre la URSS y los EUA. Lo dicho, le falta a usted sentido histórico. Lea a Ortega, leñe.

    Por cierto, excuso decirle que lo del liberalismo, antes de que se descubriera que podía para aplastar a los pobres, era un invento de izquieras. Mill, Rawls, Smith... ¿sabe que eran de izquierdas? Le apuesto lo que quieran a que escribirían en el país antes que en libertad digital...

    Pero no vamos a seguir tirándonos piedras en blog ajeno, que yo solo pasaba para saludar.

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